viernes, 25 de marzo de 2011

CONSECUENCIAS


   De todos modos lo iba a hacer. En la agenda de hoy tenía, entre otros puntos, el de retomar mi recién emprendida actividad de bloguero (¡ya me he colgado tal título!). Porque si, porque me gustó la experiencia de ejecutar el fascículo inicial; llevarlo a cabo y publicarlo, nada más que por eso. Pero ahora, después de haber descubierto el primer -y único- comentario se suma, además, el gusto de haber sido leído por alguien y que ese alguien haya enriquecido el asunto, dejando huella de esa colaboración en forma de opinión escrita. ¡Joder, si hubiera imaginado antes lo que mola esta sensación, hace tiempo que habría puesto en marcha este espacio!. Esa opinión escrita de la que hablo me viene como anillo al dedo porque va a satisfacer varios propósitos; a saber, en primera instancia, y a través de las respuestas que daré a las cuestiones que plantea el comentarista (a quién, por cierto, sospecho conocer), trataré de arrojar algo de claridad sobre ciertas sombras que, adivino, pudieren haber oscurecido la silenciosa bienvenida con que parece haber sido acogido el alumbramiento del blog. En segundo lugar tendrá la función de establecer la que, creo, será una norma a acatar en lo venidero. Y es que, en la medida que me sea posible, no incurriré en debates acerca de lo que aquí sea expuesto. Lo de hoy será una singularísima excepción. Simplemente porque no es el planteamiento de partida de esta iniciativa; más adelante ya veremos si este principio permanece o no. Procedamos, pues, a disipar las incertidumbres que acosan al circunspecto comentarista.

   No se qué oscuros intereses se ocultan detrás de este blog –reza el primer reclamo-. Lo cierto es que no se oculta ningún interés oscuro detrás de este blog. Los intereses, de existir, están delante y no detrás; y se relacionan no con la oscuridad, si no con la exposición a la luz, teniendo un propósito más de iluminar que de ensombrecer. No me fío –prosigue-. Y hace bien, demuestra ser cauto. Pero en este caso lo que aconsejo es relajarse, dejarse llevar. ¿Qué garantías tenemos de que no perturbará las mentes de nuestros hijos?. En el futuro, ninguna. Actualmente, todas. ¿Quién está detrás de todo esto? -ésta me la se-. Yo, Daniel. Y también vosotros, si así lo queréis. ¿Cuál es la razón oculta de quién lo escribe? –ésta tiene chicha-. Antes de nada, reiterar la ausencia de razones ocultas… todo lo contrario. Los motivos fundamentales son la soledad y la necesidad de expresarse de un individuo –yo-, a través del medio que ha escogido –el blog-.¿ Por qué ahora?. Porque estas últimas semanas estoy disponiendo de un ocio del que no disponía en años y quiero invertirlo (1) en nuevas actividades como ésta ya que, de repente, ha aflorado en mi una necesidad, hasta ahora desconocida, por escribir las cosas que siento y que pienso (2) y manifestarlas en público (3); creo que esta nueva faceta puede reportarme ciertos beneficios personales (4), distintos a otros anteriormente experimentados (5).

   Después de haber contestado con la más absoluta sinceridad, creo que es hora de retomar el rumbo previsto por la aguja de bitácora. Para ello os tenía preparada una historia sobre el origen de ACOJOCOSILLA. Desde aquí puedo olisquear las ganas que tenéis de saber, de conocer cómo fueron las cosas. Aunque también detecto cierto temor en el ambiente. Y no es para menos. Desde su génesis, esta palabra ha estado envuelta en la polémica y son muchas y confusas las versiones de lo qué realmente sucedió...Pero será mejor que empiece por el principio.¡Lo primero es lo primero!.

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