martes, 29 de marzo de 2011

UNA ACOJOHISTORIA ( y 3 )

…vi claramente cómo el reflejo invertido de ella, que todavía permanecía desnuda en medio de la habitación, me miraba directamente a los ojos y sonreía. ¡Si, me estaba mirando directamente a mi; y yo no podía dar crédito a lo que estaba sucediendo!. Se que es difícil de asegurar que algo así sucediera, que la distancia a la que nos encontrábamos era considerable, que el reflejo invertido en el cristal lo hacía aun más inverosímil… pero puedo jurar que aquellos ojos estaban fijamente clavados en mí. Pude sentir el peso del reflejo de su mirada posarse sobre mí. Y aquella sonrisa risueña que parecía querer decirme:¡te pillé!. Aquella fina mueca de labios de Monalisa. Una extraña sensación, de soledad absoluta, se apoderó de mi en esos instantes, que me parecieron eternos.
   Cuando recuperé el control de mis sentidos bajé la mirada hacia la mesa y observé con estupor que los comensales continuaban con su cena como si nada, ajenos a todo lo que yo había vivido…pero, ¡oh, sorpresa!, no resultó ser así…para alivio mío, justo en el momento en que sobrevolaba con la vista que todo estuviera en orden en mi terraza, mis ojos se cruzaron con los de un invitado, cuya mirada volvía en ese preciso instante de haber estado enfocada en dirección a la buhardilla de enfrente. No hizo falta más que esa mirada que intercambiamos para que yo sospechara, de modo inmediato, que él podría haber presenciado el mismo espectáculo. A mi, al menos, no me cupo la más mínima duda en ese momento, porque después sucederían otras cosas…

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