lunes, 28 de marzo de 2011

UNA ACOJOHISTORIA ( y 2 )

¡Si, si, ya voy con lo que pasó…!. Bueno, el caso es que una noche, poco después de mi descubrimiento, invité a ciertas personas a mi apartamento a cenar, la mayoría clientes y otros simplemente amigos. Supongo que debía ser verano porque dispuse la mesa en la terraza, como había hecho en otras ocasiones. Estábamos todos allí, cenando tranquilamente, como si nada, cuando sucedió algo inesperado…Recuerdo, como si fuera ayer, que yo acababa de volver de la cocina y estaba sirviendo su ración de ensalada a un comensal, sujetando la bandeja, situado a su lado. Por ello mi postura era algo encorvada, además de estar enfrentado al edificio de mi vecina secreta. Si hubiera alzado en ese momento la vista podría haber visto la techumbre abuhardillada y quizá la ventana abierta, como todas las noches. Y lo hice. No se por qué pero se me ocurrió en ese preciso instante, mientras servía la ensalada, alzar la vista y mirar en aquella dirección. Lo que vi me dejó paralizado.  Con mis propios ojos pude ver cómo, reflejado en la ventana –que mostraba un ángulo distinto al habitual, lo que hacía que estuviera ligeramente más abierta que de costumbre - se veía el cuerpo casi completo de la mujer. Y esto no fue lo más sorprendente. Lo que de verdad causó que mi sorpresa fuera mayúscula fue que ella, su reflejo invertido, de repente empezara a desnudarse. Primero se quitó un tirante y después el otro y, muy lentamente, inició el descenso del vestidito veraniego que llevaba. Rememoro los más mínimos detalles como si aun lo estuviera viviendo. Lo deslizó con suavidad por su busto, dejando desnudos los pechos. No llevaba sujetador. ¡Ah!, aquellos pequeños y elegantes pechos que, entonces, me pareció acariciar con la imaginación. Con los pezones erguidos como delicados botones, oscuros y respingones, en medio de aquel majestuoso cuerpo que resultaba ser una revelación para mis sentidos. Después continuó arrastrando su vestido, dejando a la vista el vientre plano, sus femeninas caderas…Con elegantes movimientos llegó hasta la zona púbica y, entonces, la sinfonía del streaptease alcanzó su cuarto movimiento en el más apoteósico clímax;¡por fin cayó el vestido!, recorriendo sus largas piernas, saliéndose del plano en una precipitada y vaporosa caída hacia el suelo enmoquetado de aquella habitación…¡y su cuerpo entero se mostró por fin!, tal cual, como un regalo a la fidelidad voyeursista del tenaz vecino de enfrente. Fue en este momento cuando mis manos empezaron a temblar, haciendo que la bandeja que sostenía amenazara con volcarse sobre el comensal, peligro que los invitados debieron advertir pues escuché gritos que me alertaron de ello y me hicieron volver del estado absorto en el que me hallaba…pero aun estaba por suceder un hecho más, el más insólito de todos, un nunca imaginado y asombroso final digno de película de terror. Inmediatamente después de reponerme de la visión del cuerpo desnudo de la vecina, y habiendo restituido con suma rapidez el orden entorno a la mesa y lo que en ella acontecía, despojado ya de la atención que los invitados habían momentáneamente centrado en mi persona, me volví a concentrar en la escena que había presenciado segundos antes y redirigí mi mirada, ávido de nuevas imágenes, hacia la ventana de enfrente. Y en ese instante fue cuando lo vi claramente… 

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